Tengo algunas cosas respaldadas, y esta historia en particular me encanta. Es la historia del nacimiento de mi abuela....y el inicio de un libro que algún día escribiré.
"Elena miraba su vientre hinchado…” ¿Porqué me pasó esto?”, pensó. El corsé le cubría la desdicha durante el día pero en la noche ese bebé con ganas de vivir le pateaba el vientre y de paso el alma. No había visto a Lucas desde aquella noche en que le regaló la única cosa que tenía que cuidar con su vida: su virginidad. Ahora lo veía arriba de su caballo saludando a la gente, como cada año lo hacía el nuevo alcalde la ciudad. Elena no sabía que su amado Lucas iba a ser alcalde durante 10 años ni que a él, el alma se le carcomía cada vez que veía a su pelirroja de ojos tristes. La vida era así en esos años, los ricos no se mezclaban con los “de medio pelo” (bueno, quizás la cosa no ha cambiado tanto con el tiempo). Lucas era hijo de un dueño de fundo en ese pueblito donde una vez vivió doña Catalina de los Ríos y Lisperguer. El padre de Lucas se enteró de las correrías de su hijo con Elena, la huerfanita que vivía con una tía solterona desde que sus padres se ahogaron en un viaje en barco. No lo podía permitir. Claro, era verdad que la familia de Elena hace muchos años tuvo algo de poder pero lentamente fueron perdiendo todo hasta caer en la desgracia que ahora los llenaba. Mandó a llamar a Lucas y le dio dos opciones: Elena y la pérdida de su herencia u olvidarla y casarse “bien”.
Lucas optó por dejar de ver a Elena, nunca imaginó que ella estaba embarazada y si lo hubiese sabido, probablemente su decisión hubiese sido la misma pues el miedo a la pobreza y el repudio familiar podían más que su amor y las ansias de volver a tocar esa piel de leche y cabello de cobre.
La tía María se enteró del embarazo de Elena el día del nacimiento del bebé. Elena estaba muy extraña hace meses, un poco melancólica y distante, "debe estar haciéndose mujer, ya hay que empezar a buscarle marido", pensó. Un día estaban sentadas bordando cuando ella se puso de pie y litros de agua salieron por su entrepierna. En ese instante a la tía se le aclaró la mente, se le arrancaron las cartucherías morales y se concentró en ayudar a su sobrina. Ese día, entre pujos, rezos y explicaciones nació mi abuela."